La agricultura vesubiana ha de considerarse única por variedad de producciones y por originalidad de sabores. La fertilidad de los suelos volcánicos, ricos en minerales, el óptimo drenaje y la templanza del clima mediterráneo, devuelven el área vesuviana una rica zona de productos agrícolas de extraordinaria tipicidad, sea del punto de vista hortofrutícola aque de los vinos. Extendidas porciones del territorio vesubiano son caracterizadas por la presencia de huertos, viñas, avellanedos, a menudo sobre extensas terrazas, que confieren al área vesubiana una fisonomía muy particular.
Famosos son los huertos, sobre todo de albaricoques, particularmente adaptados con los suelos vesubianos y presentes con una vasta gama de variedades todas dotadas de aromas, sabores y perfumes muy preciosos. El albaricoque vesubiano es un producto con marca de tutela IGP. Entre los cultivar más conocidos se cita el albaricoque “Pellecchiella”, considerado el mejor por su gusto particularmente dulce y por la compactabilidad de la pulpa, y el albaricoque “Boccuccia”, liso y de sabor agridulce.
El complejo volcánico del Somma-Vesubio además es afamado por la bondad de sus vinos. A las faldas del volcán son cultivadas la uva “Falanghina”, la “Coda di Volpe”(también llamada Caprettone) y el “Piedirosso del Vesubio”, de las que se extrae el afamado “Lacryma Christi” DOC , un vino del perfume intenso y de sabor seco y aromático.
Se vinifica en las variedades de tinto, rosado y blanco y puede considerarse DOC cuando alcanza los 12° alcohólicos. Una seña particular merece la mención de la uva “Catalanesca”, óptima uva de mesa por su pulpa carnosa y azucarada, que se cultiva localmente a las faldas del Monte Somma. Esta cepa fue importada por Alfonso I de Aragón en el siglo XV de Cataluña, región española a la que debe el nombre, para reemplazar la cepa “Griega” destruída sobre la entera ladera del Monte Somma por un terrible ataque de peronospora. Aún hoy es posible admirar prensas de uva que remontan a 1600 guardados en los “cellai”(bodegas) de las antiguas granjas. Del 2006 la cepa ha sido añadida oficialmente a la lista de las uvas idóneas a la vinificación.
Desde la antigüedad, a pesar del peligro inminente, las faldas del volcán siempre han sido habitadas; en época romana, se ignoraba del todo la verdadera naturaleza del Vesubio, en cambio se apreciaba su la fertilidad. Los testimonios de este antiguo empleo del territorio son presentes en las pinturas, mosaicos y esculturas que se encuentran a Pompeya, Ercolano, Stabia y Oplonti: ellas nos enseñan aspectos del paisaje agrícola vesubiano y los frutos que producía. Señales tangibles de la realidad agrícolas vesubiana de aquel tiempo son las instalaciones de los huertos y los huertos frutales que nos han sido devueltos por las excavaciones arqueológicas y los restos carbonizados de numerosas plantas de interés agrario, hoy guardadas en el Laboratorio de Búsquedas Aplicadas de Pompeya y en el Antiquarium de Boscoreale.
El “Pomodorino del Piennolo”(tomate) es un producto con marca de tutela DOP. De pequeñas dimensiones y forma redondeada, se presenta con una cáscara carnosa y una característica base apical “a pizzo” (a punta). El sabor es dulce-acídulo debido a la particular concentración de azúcares y de sales minerales. Viene conservado en racimos o bastidores de muchos kilogramos conocidos como “piennoli” o “spongilli”, colgados en lugares ventilados y secos, por medio de un hilo bramante de cáñamo arrollado a círculo. Es vendido en el mercado sea al estado fresco o también como conserva en vidrio, según una antigua receta familiar del área, denominada “a pacchetelle”(es decir los tomates se conservan dentro de potes de vidrio cortados por la mitad).