Los muros en seco

El 28 de noviembre de 2018 el Unesco ha reconocido patrimonio inmaterial de la humanidad el arte del muro en seco, en cuanto arte esemplificativa de antiguos conocimientos, transmitidos por las comunidades rurales y en ellas intensamente arraigados, que testimonian la armoniosa relación entre hombre y naturaleza. Las estructuras de piedra en seco han sido modeladas según una diversidad de tipologías y utilizadas como viviendas, por la agricultura y la zootecnia, optimizando los recursos naturales y humanos locales.

La técnica consiste en disponer las piedras, principalmente halladas en situ, las unas sobre las otras asegurando de esta manera la necesaria estabilidad, sin recurrir a agregantes (argamasa de cal o cemento).

Para construir un muro en seco se procede realizando primero una excavación, bien nivelada, en la que es construido el cimiento del muro (siempre en seco) y después se procede en elevación poniendo en bajo las piedras más grandes y poco a poco las de dimensiones menores. Los tamaños más pequeños se usan para llenar los intersticios demasiado grandes.

Esta técnica permite asegurar estabilidad a los terrenos y de tutelar el elemento más precioso del paisaje rural, el suelo, gracias a los vacíos presentes en la albañilería, que constituyen un ambiente favorable por muchas especies animales y vegetales y que permiten el natural paso del agua meteórica en las capas más profundas del terreno. Erróneamente se cree que el empleo de argamasa para fijar las piedras aumenta la estabilidad del muro mientras que  el agregante reduce su capacidad portante en cuánto impide el paso del agua contenida en el terreno cuyo empujón es a menudo causa de inestabilidad.